5 años.

¡Hoy en el blog estamos de celebración porque… (redoble de tambores)… cumplimos 5 añitos!🎉

La verdad es que me ha pillado un poco por sorpresa y no tenía preparada ninguna entrada esta semana pero el destino ha sido caprichoso y ha querido que fuera así.

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Teorizando.

Siempre me han atrapado las historias de amores imposibles al más puro estilo shakesperiano y cuando leí el texto de «Dos grandes amores» de Paulo Coelho me inspiró para elaborar mi propia teoría sobre los primeros y segundos amores.

Paulo Coelho habla «que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores. Uno con el que te casas o vives para siempre, incluso puede que el padre o la madre de tus hijos. Y un segundo gran amor que será una persona que perderás siempre».

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Espejo.

Corría con desesperación por las estrechas calles de la ciudad. El frío y la cerrada noche no auguraban nada bueno pues el tiempo se le acababa, pero también eran su mejor aliado para pasar desapercibida.

Frenó de su alocada carrera en el portal más oscuro que encontró. No sabía cuanto tiempo llevaba corriendo pero no podía permitir que sus piernas flaquearan ahora; necesitaba todas sus fuerzas para continuar. Menos mal que hacía dos meses que había decidido ponerse en forma, bueno ella no lo había decidido, a decir verdad, odiaba el gimnasio, pero ahora podría ser su salvación.

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Puntos de vista.

Una de las cosas que más me maravillan de la fotografía son los múltiples puntos de vista desde los que se puede interpretar una escena. El autor selecciona tan solo uno de ellos y nos lo muestra para que a su vez, nosotros como espectadores, podamos imaginar y crear la historia que se esconde detrás del objetivo.

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Barcelona.

Los veranos en Barcelona siempre eran especiales. Cada año descubría una Barcelona distinta y una nueva sonrisa con la que pasear.

El primer verano se perdió de la mano de Carles por el Parque Güell, conoció la noche de la sala Razzmatazz con Pau y contempló la ciudad desde la altura del Tibidabo con Albert. El segundo amaneció en la Barceloneta con Guillem, paseó por el Barri Gòtic con Roger y buscó con Joan el silencio de Santa María del Mar. Al verano siguiente conquistó Montjuic con Manel, fotografió el Arc de Triomf con Lluís y buceó entre las salas del Aquarium con Xavi. El último verano se enamoró de Sergi en la estrecha calle dels Petons. Y este año se (re)encontró con Albert y su mirada en la Noche de San Juan.

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El mundo volvió a girar de nuevo.

Aquél fue un verano fantástico y eso que los días pasaron tan deprisa que se quedó corto para tantos planes como tenía. Tenía planes… pero no te tenía a ti, aún no te había conocido. Pero surgió de pronto la oportunidad de conocernos, el encuentro en aquella fiesta junto a la playa a la luz de la luna. Después, la luz del sol nos descubrió que todo cuanto habíamos soñado la noche anterior era más hermoso aún, y tus ojos desprendían una luz que me dejaba pegado a ti como una polilla junto a un farol nocturno.

A medida que nos fuimos conociendo descubrimos que la atracción inicial que sentimos se hacía más fuerte cada día. Pero llegó el final y debimos separarnos. ¡Qué tristeza aquella tarde!… Te acompañé a la pequeña estación de ferrocarril del pueblo y miramos nuestros ojos en silencio. Tenías que subir al tren y tu mano soltó la mía. Las luces de la estación brillaban ahora más en tus ojos y te ofrecí mi pañuelo con la inicial de mi nombre trabada en azul en un extremo. Lo tomaste con cuidado y subiste con él al vagón, y ya dentro, desde la ventanilla, me diste el último adiós y me enviaste tu último beso.

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Your name (tu nombre).

Miró los billetes de tren que tenía en su mano. Apenas faltaban cinco minutos para llegar a su destino. Se reclinó en el asiento mientras guardaba los papeles. Nunca pensó que ese premio le iba a tocar a ella, ni siquiera se había presentado al concurso. Había permanecido volcada en el trabajo hasta que de repente sus jefes la nombraron ganadora. Enseguida supo quién había sido el culpable de semejante triquiñuela; David y juró que se lo haría pagar, pero no ahora. Ahora iba a disfrutar de unos merecidos días de descanso en un hotel de esos con encanto perdido en la costa de Cantabria. Si, se relajaría y se olvidaría de todo.

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La carta.

El otro día me pidieron que te escribiera una carta. ¿Una carta? -pensé yo. Hace años que ya no se envían ni mucho menos se reciben; entonces ¿por qué una carta? y ¿por qué a ti?, ¿por qué yo?

Además hacía tiempo que habíamos dejado de hablar, bueno que tú dejaste de hablar, y ahora nuestro desconocimiento era total. Sé que te hablaban de mi porque a mi me hablaban de ti, pero siempre en boca de terceros y tirando de un puñado de recuerdos que se iban desvaneciendo y transformándose con el paso del tiempo.

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